
Chiclayo, ha crecido 12,8 veces en 40 años. Ciudad próxima a cumplir 170 años de creación política este 18 de abril del 2005, y que en la actualidad es la cuarta en importancia del Perú, padece un casi incontrolable comercio ambulatorio que se mezcla con el proceso de hiperurbanización y el desbordamiento de las ciudades, típico fenómeno de los países en vía de desarrollo
Aquí también se suman las deficiencias en la planificación urbana, la falta de políticas adecuadas y los anillos de pobreza al rededor de la urbe, factores que provocan el vuelco de comerciantes ambulantes que buscan su subsistencia.
Trabajadores despedidos intempestivamente, uniones conyugales que formaron hogares improvisados, víctimas de estafa, o quienes sucumbieron a la política económico de los últimos gobiernos, son quizás algunas de las principales causas que impulsan el crecimiento desmedido del comercio ambulatorio, vista como única alternativa para llevar el alimento a casa. Esta actividad, de innegable origen social, es sin duda uno de los mayores males que aqueja a Chiclayo, .
Una de las calles, adyacentes al Mercado Modelo, ha perdido su pista. Allí se levanta un mercadillo informal. Más de una autoridad ha fracasado en la reubicación.
Los problemas que origina el comercio ambulatorio no sólo atentan contra el orden urbano y el ornato, en los cuales provoca caos, sino también afecta al ecosistema, a la seguridad ciudadana y a la integridad pública. Los principales centros de abastos lambayecanos, el Mercado Modelo y Moshoqueque, ambos ubicados en Chiclayo, han sido declarados en emergencia por el Instituto de Defensa Civil, pues sus vías de escape, señalizaciones, conexiones clandestinas de electricidad y tránsito vehicular congestionado, se han convertido en una bomba de tiempo. Un temblor, un incendio o alguna otra catástrofe, resultaría dantesca.
Salvo en calles céntricas de Chiclayo, los transeúntes se ven casi obligados a caminar por la pista ante la invasión, que hacen los comerciantes ambulantes, de las veredas, lo que representa un riesgo constante de accidentes por la tugurización. Los deshechos orgánicos e inorgánicos que diariamente arrojan a la vía pública es otra de las graves consecuencias del comercio informal. Verdaderas montañas de basura y fuerte hedor suelen aparecer cerca de la zona urbana, o adyacentes a asentamientos humanos y pueblos jóvenes, transformándose en focos infecciosos, e incubadora de enfermedades sobre todo en el verano.
El caos causado por el comercio informal es aprovechado para traficar con especies autóctonas. Vivo, en aceite o su carne, suele ofertarse el pacazo.
Tema aparte, es la contaminación por ruido. Chiclayo fue subsede de la Copa América Perú 2004, en noviembre pasado, y los turistas argentinos, uruguayos, mexicanos y ecuatorianos, quedaron pasmados por el cotidiano escándalo sonoro, que en sus ciudades natales está regulado y prohibido, en resguardo del sistema nervioso. Desde muy temprano, las calles chiclayanas se ven bombardeadas por mensajes simultáneos de megáfonos ofertando fruta, bocinazos ofreciendo “un carrera” o expresando ansiedad a otro conductor, altoparlantes fuera de los comercios, entre otros. Los hospitales Las Mercedes y Naylamp, del Ministerio de Salud y de la Seguridad Social respectivamente, se encuentran expuestos diariamente a esta práctica atentatoria.
Calle Arica. La actividad informal, alrededor de los mercados, y la deficiente limpieza pública, agravan el problema de contaminación ambiental en el centro de Chiclayo.
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